jueves, 14 de septiembre de 2017

Lo confieso: la pluri-maternidad agota

En ningún momento lo he negado, y no quiero sentirme una súper heroína ante los ojos de nadie.

Pero, de vez en cuando, es bueno reconocer más sinceramente las cosas y dejar de decir que todo está bien y que vamos controlando la situación.
Que no digo que no sea así, pues más o menos está todo bajo control.

Y en ese más, y en ese menos, hay que tener en cuenta muchas cosas:
- Ser madre de tres niños menores de cuatro años es agotador, pero con grandes momentos de amor y alegría.
- Con tres hijos faltan manos, nunca puedes estar completamente cubriendo las necesidades de los tres; pero por suerte hay besos y abrazos infinitos para dar y recibir.
- Una casa con tres pequeños no está nunca perfecta para visitas. O limpias, recoges y pones todo a la perfección mientras ellos duermen, o aprovechas para descansar tú y tener un momento de calma y tranquilidad. Mi casa no está desordenada, está decorada por niños.
- Nunca puedes llegar a tiempo. Ni da tiempo a hacer todo lo que habías planeado, por más que lo intentes; ni puedes llegar puntual a las citas porque en el último momento todos los niños se acordarán de hacer algo que no habían hecho. O llegas tarde, o sales demasiado sobrada de tiempo para esperar y que no te esperen.
- No siempre habrá un menú de primera categoría en la mesa. Cuando puedas cocinar, que sea en cantidad para guardar y tener preparado cuando no puedas hacerlo. Y si no, pues algo rápido y mañana será otro día.  Eso sí, más vale unas cuantas frutas que tirar de comida precocinada.
- Olvídate de descansar como y cuando quieras, tus horarios funcionan según los de los niños. Pero eso no impide descansar, aprovecha el descanso suyo para el tuyo, y lo que no se haya hecho hoy mañana se hará (o pasado).
Y así podría seguir con una larga lista.

Aprendí que lo importante son los buenos momentos que nos regalan estas personitas, y que eso borra todo lo malo.
Aprendí que lo importante es disfrutar de cada momento de su infancia, que el tiempo vuela.
Aprendí que no es tan importante tener todo perfecto para visitas.
Aprendí que hay que aprovechar cada momento, los que haya para hacer algo, que sean productivos; y los que sean para descansar, intentando exprimirlo al máximo.
Aprendí que estar bien y tener la situación controlada depende del nivel de exigencia que tenga cada uno y de con qué nos conformamos.
Aprendí que la maternidad es agotadora, pero muy gratificante.
Aprendí que lo más importante somos nosotros, disfrutar, vivir, sentir, querernos...