viernes, 25 de agosto de 2017

Las mamás también lloramos

Hasta ahora hemos hablado de la maternidad como algo tan bonito y emocionante.
Pero, la maternidad también tiene un lado más difícil. Y es que, algunas veces nos vemos superadas por el estrés, los nervios, la responsabilidad, y hasta por no saber qué hacer.

Hay momentos en los que dan ganas de salir corriendo. Necesitamos desahogarnos, y llorar. Sí, porque las madres también lloramos.

Imagina un día en el que tu bebé llora y llora, que no consigues calmarlo, que toma pecho y después sigue llorando, que intentas que duerma pero no se queda tranquilo, que por más que lo intentes llora sin saber qué le pasa ni qué hacer.

Un día en el que tu/s hijo/s necesita/n moverse, gastar energías, correr, saltar... Pero, al no haber salido de casa, se sube/n por todo, saltan... Sin ver el peligro. Y tú, a punto de salir loca viendo los riesgos y sin poder evitarlo porque no quiere/n jugar ni hacer otra cosa.

Y, después de la tormenta, siempre llega la calma. Aunque puede que, cuando la calma llegue, estén tan desbordada que necesites soltar todo lo que has acumulado.  Llora, grita, ríe... Suéltalo, porque lo que retenemos demasiado al final nos pesa.

Aprendí que las mamás también lloramos.
Aprendí que no todo es fácil ni todo es bonito.
Aprendí que desahogarse es necesario.
Aprendí que llorar no es de débiles, sino un exceso de fortaleza.


viernes, 18 de agosto de 2017

Adiós barriga, hola bebé

Las últimas semanas del embarazo son las más difíciles y las más largas.
El peso, la barriga, la dificultad de movimientos, los pies hinchados, las ganas de ver al bebé, los miedos y nervios por la nueva situación... Parece la historia interminable.

Se habla de 40 semanas de embarazo, pero desde la 36 ya vamos pensando en que puede adelantarse.
-Ay, qué bien, a lo mejor lo tengo antes de lo esperado conmigo.
-Uy, ¿y si necesita incubadora?

Y así van pasando los días, y el momento no llega.
Incluso te puedes meter en la semana 42, desesperada, y que entonces te den cita para parto inducido (provocar el parto).

Mientras, repasas todo aquello que has aprendido del parto:
- Contracciones: ¿tengo o no tengo? Ay, un dolor, ¿estaré de parto?
- Rotura de bolsa (romper aguas): creo que estoy mojada, ¿habré roto aguas?
- Plan de parto: quiero que mi parto sea así y asá.

Pero cuando llega el momento, el de verdad, se reconoce aunque hayas tenido varias falsas alarmas.
Y aquí viene lo complicado:
- No todos los hospitales aceptan y siguen el plan de parto para que sea respetuoso como tú quieras (por no decir que en la mayoría esto se lo saltan)
- Eso de que las contracciones son cada 5 minutos, mentira. Cada parto es un mundo.
- Epidural sí o no: pues depende de cómo vaya el parto y del aguante que tenga cada una para soportar el dolor. Yo, por supuesto, agradezco el alivio después de tanto dolor. Una vez te ponen la epidural todo es mucho más fácil.
- Los temidos puntos: según el parto, y según el médico que te toque, puede que no haya corte (episiotomía) ni desgarro, o que te tengan que dar 20 puntos.

Lo más importante es que tú y tu bebé esteis bien, y que una vez le ves la carita y le tienes contigo se te olvida el dolor que has pasado, los nueve meses, la desesperación, etc.

Mi primer parto acabamos en la semana 42, con cita para parto inducido que se alargó porque yo tenía contracciones y no llegaron a inducirlo.  El resultado: ingresé un día 25 a las 8 de la mañana para parto inducido y princesa nació la madrugada del 27. Dos días de parto con contracciones que viene y van hasta que comenzó el verdadero trabajo de parto, y un corte que necesitó unos 7 puntos externos internos a parte, por una matrona en prácticas.

El segundo parto, 40 semanas y 6 días. Con contracciones fuertes desde que me levanté por la mañana que poco a poco se fueron haciendo más intensas y regulares. Al llegar a urgencias a mediodía me tumbo para poner el monitor, y las contracciones se frenan y se vuelven irregulares. Para mi sorpresa, estaba dilatada de 5 cm. En menos de 3 horas nació mi príncipe, con contracciones irregulares y un pequeño desgarro de un punto.

El tercer parto ha roto las reglas aún más.  41 semanas y un día, con mucha presión de su cabeza aproximadamente una semana. A las 41 semanas me dijeron que estaba dilatada de 2 cm, lo normal al no ser el primero, que no tenía contracciones y que todavía tenía que bajar un poco más la cabeza.  El dolor que yo tenía era tan fuerte que me hacía saltar de la silla y ponerme de pie, no podía estar sentada. Y así pasé algo más de un día. Yo no noté contracciones en la barriga, era dolor abajo, como si su cabeza hiciera fuerza. A las 4 de la tarde el dolor empezó a ser más fuerte y más seguido, pero no era regular ni contracciones en la barriga. Esperé hasta que me dieron un par de dolores/pinchazos con un espacio de dos minutos entre ellos, y ahí me fui a urgencias. Dilatada de 7 cm a las 6-7 de la tarde, sin contracciones en la barriga, y con ese dolor que había pasado de ser cada 12 minutos más o menos, a cada minuto o cada dos. A las 9 de la noche tenía a mi principito, sin cortes ni desgarro.

Aprendí que cada embarazo y cada parto es un mundo.
Aprendí que no hay un patrón a seguir.
Aprendí que cada uno sale cuando le toca.
Aprendí que no se puede planear.
Aprendí que lo importante no es el cuando ni el como, sino que todo salga bien.

domingo, 13 de agosto de 2017

Amante de la lectura

Desde niña he sido una gran amante de los libros.
Me encanta leer.  Es la mejor forma de vivir aventuras, de viajar, de conocer mundo y cultura, desde cualquier parte en que te encuentres.
En el sillón de casa, en la cama antes de dormir, en un viaje, sentada en la arena de la playa, en la sala de espera de cualquier sitio... Cualquier lugar es bueno para leer. Un libro es un gran compañero.

Es cierto que, con la maternidad, y sobre todo ahora con tres hijos, es muy difícil encontrar un momento para la lectura.  Pero a veces querer es poder, y hoy en día tenemos muchas facilidades, puesto que los libros en formato digital son más cómodos que tener que llevar un libro a todas partes y nos permiten ponernos a leer, incluso mientras damos el pecho al bebé.

Cuando descubrí la crianza respetuosa, internet, los foros, páginas, blogs y otras web, me fueron de gran ayuda. Pero en estas fuentes de conocimiento encontré a grandes profesionales y escritores a los que no he dejado de leer desde entonces.

Carlos González, pediatra y escritor, me ha enseñado mucho con títulos como: "Mi niño no me come",  "Un regalo para toda la vida", "Comer, amar, mamar" y "Bésame mucho"


Rosa Jové, psicóloga infantil y escritora, me acompaña en la crianza con libros como: "Dormir sin lágrimas",  "La crianza feliz" y "Ni rabietas ni conflictos"

El nutricionista Julio Basulto, autor de "Se me hace bola", aporta grandes consejos y respuestas cuando nuestros hijos no comen como nosotros queremos.

Aprendí que las respuestas están escritas, sólo hay que buscarlas.
Aprendí que en la maternidad también forman parte los libros.
Aprendí que el momento se encuentra porque querer es poder.


jueves, 10 de agosto de 2017

¿Crianza respetuosa?

Cuando nació princesa tuve las mil y una dudas que le surgen a cualquier madre primeriza.
A pesar de que había tratado de leer e informarme mucho, este mundo de la maternidad es tan amplio que nunca terminaré se aprender.

Los dos primeros meses de princesa fueron duros. La falta de experiencia, de ayuda, y de apoyo en el entorno hicieron que mi esfuerzo fuera mucho mayor, pero también mucho más productivo.

Princesa tendría ya un par de meses, se dormía siempre en brazos, bien porque se dormía al pecho, o porque la tenía encima de mi la mayor parte del día.
A mí no me molestaba, al contrario, me encantaba tenerla encima de mi, sentirla, olerla, besarla...  Era puro amor.

Pero ya empezaba a sentir que no seguíamos el patrón marcado de dormirse sola o con un muñequito. Y empecé a pensar que, quizás, como mucha gente decía, la estaba mal criando y acostumbrando a los brazos.

Seguí un consejo: ponla en la cuna, te pones al lado para cogerle la mano, y aunque llore no la cojas, te quedas ahí hasta que se duerma. Y así, poco a poco se acostumbra.

Ese llanto de, quizás, uno o dos minutos que a mí me parecieron horas, se clavó en mi corazón hasta tal punto que de los nervios empecé a gritar. Era rabia por no hacerlo bien, era dolor de sentirme inútil en ese aspecto, era culpa por hacerle llorar. Ya no sé ni lo que era...

Y en aquel momento empecé a investigar, mientras volvía a tener a mi niña en mis brazos, sintiéndola junto a mí y durmiendo tranquila, cómo enseñarle a dormir.

Me encontré con el método Estivill, basado en dejarlos llorar hasta que se acostumbren. No podía hacer eso, no era capaz.

Entonces busqué algo así como "enseñar a dormir sin llorar".
De alguna manera empecé a leer sobre la crianza respetuosa, aquello que no conocía ni había escuchado nunca, pero que se convirtió en la base que daría firmeza a mi maternidad y a mi crianza.
Conocí a Rosa Jove, psicóloga infantil y escritora basada en este tipo de crianza.
Conocí a Carlos González, pediatra y escritor basado en la crianza respetuosa.
Y empecé a conocer grupos, foros, páginas... Y un sinfín de fuentes y documentación que son mi punto de referencia.

Aprendí que no todos somos capaces de soportar ese llanto desconsolado.
Aprendí que cada niño y cada padres tenemos una forma diferente y única de vivir.
Aprendí que lo más importante es tenerlos cerca de mí.
Aprendí que los niños no se acostumbran a nosotros, sino que nos necesitan desde antes de nacer.
Aprendí que somos afecto desde bebés.
Aprendí que mal criar es criar mal, haciendo daño.
Aprendí que dar amor es ser felices.
Aprendí que nunca dejaré de aprender.

lunes, 7 de agosto de 2017

Recuerdo lo que me has enseñado

Viví con ella desde pequeña, desde mis primeros días.
Pasé tanto tiempo con ella que, cuando no lo estaba sólo pensaba en ir con ella.
Viví con ella mi niñez, mi infancia, mi adolescencia, y ella me acompañó en mis inicios como mujer adulta.

Aún recuerdo aquella cesta que tenía para llevarme la merienda al parque, aún recuerdo mis veranos con ella, aún recuerdo la primera vez que fui de viaje con ella, lo recuerdo todo como si fuera ayer.

Pero, lo que más recuerdo, son todos sus consejos, lo que me ha enseñado, y cómo era su forma de ser y su manera de vivir.
Y con orgullo puedo decir que sigo su ejemplo, y que ojalá yo pueda ser la mitad de precavida que ella fue.

Crió a sus hijas dándolo todo por ellas, y a pesar de la escasez consiguió guardar de donde no había.
Ayudó a sus hijas en la vida adulta y les preparó bien su camino, demasiado bien quizás.
Crió a sus nietas, especialmente a mí, y volvió a ser una madre conmigo, siendo siempre mi apoyos más fuerte en la familia.

Ya hace un año que no está con nosotros, pero me veo reflejada en ella cada día, recuerdo sus consejos, sus enseñanzas, y sigo su ejemplo para ser la madre entregada y cariñosa que siempre fue con nosotras.

Puede que mi vuelo sea diferente al suyo y que tenga un modo de vida diferente, puede que mis sueños sean diferentes a los suyos.
Pero esa huella de todo lo que me enseñó, de todo lo que aprendí con ella, sigue presente en cada paso que doy.

Aprendí que el mejor maestro fue pasar tiempo contigo.
Aprendí que con poco se puede hacer mucho.
Aprendí que lo más importante es entregarse de corazón.
Aprendí que por mis hijos seguiré tu ejemplo para que tengan, al menos, lo que yo he tenido.



domingo, 6 de agosto de 2017

Madre y abuela

Se dice que el amor de una madre es único, verdadero y desinteresado; y que una madre daría la vida por sus hijos.

Ese es mi sentimiento como madre.

Pero no todas las madres saben expresar estos sentimientos de igual manera. Con su mejor intención, supongo, hay madres que tienen otras prioridades.
Y no seré yo quien las juzgue, pues cada una es muy libre de elegir cómo vivir su vida de madre.

Para mí, no hay mayor satisfacción que pasar todo el tiempo con mis hijos. No me importa renunciar a cosas si a cambio los tengo a ellos.
Para otras madres, dejar a sus hijos al cuidado de alguien para disfrutar de una cena tranquila, salir de fiesta, hacer un viaje, ir al cine, etc es lo más normal del mundo.

Y cuando los padres son más de este segundo caso, de tener vida más allá de los hijos y disfrutar como cuando no los tenían,  ¿quién mejor que una abuela para ocuparse de los nietos?

Una abuela es una madre experimentada que ama incondicionalmente a sus nietos, de manera desinteresada, sincera, y que habría sido capaz de dar la vida por sus hijos, pero también lo sería por sus nietos.

Aprendí que una abuela puede llenar el vacío de una madre.
Aprendí que no todas las madres nos entregamos por igual.
Aprendí que el amor de madre y el amor de abuela no siempre es al 50%, sino que a veces una dará un 90% y la otra un 20%, y no siempre será la madre la que más de.



sábado, 5 de agosto de 2017

Preparación al parto

Normalmente, en todos los embarazos te informa la matrona de la posibilidad de asistir al curso de preparación al parto.

En mi caso, sólo pude asistir cuando estaba embarazada de princesa. Después, al tener a los otros niños, no he podido ir porque no podía llevarlos conmigo.

Compartir el embarazo con otras mamás embarazadas, intercambiar opiniones, vivencias, ideas, y conocer las dificultades de cada una, es una experiencia enriquecedora, gratificante y de la que se aprende muchísimo.

Además, que el curso se lleve a cabo por una matrona que esté continuamente formándose y conociendo todas las novedades y opciones que van surgiendo, es lo mejor que te puede pasar.

Recuerdo que mi matrona asistió por aquel entonces a un curso en Bélgica, y la veía tan activa y con ese ímpetu por aprender pata enseñarnos, que todavía me motivaba más a seguir asistiendo a las clases.

Como en cualquier cosa, el taller pre-parto o curso de preparación al parto va a depender mucho del profesional que te toque.

Desde mi experiencia, este tipo de cursos sirve para muchas cosas2:
-Conocer mejor nuestro cuerpo y la maravillosa forma en que ha sido creado para dar vida a un nuevo ser. Saber qué partes del cuerpo intervienen en este proceso de dar vida y cómo.
-Aprender a superar las dificultades que se dan tanto en el embarazo como en el parto (calambres, hinchazón, posiciones que facilitan, trabajo de parto, etc)
-Experimentar diferentes técnicas de relajación.
-Comparar las diferentes técnicas que existen tanto en partos como en crianza.
-Vivir un parto seguro conociendo todo el proceso y con una buena información y preparación física y mental.

Aprendí que no hay nada mejor que estar bien informado.
Aprendí que existen muchas posibilidades en el mundo de la maternidad / paternidad.
Aprendí que compartir el embarazo con alguien que te comprenda y sienta lo mismo que tú es una experiencia muy positiva.

viernes, 4 de agosto de 2017

El sueño del bebé

En el embarazo de princesa hice el curso de preparación al parto que me propuso mi matrona, y quedé muy muy orgullosa de ello.

En ese curso no sólo se hablaba del parto, sino de miles de temas relacionados con la crianza y con esta nueva vida de mamás que comenzaba.

Recuerdo que hablaban del "colecho" y a mí me sonaba a chino, no tenía ni idea de lo que podía ser.

Así que me informé y me pareció una auténtica locura:
¿Cómo iba a dormir el bebé con sus padres?
En pleno siglo XXI y con la cantidad de cunas que hay para elegir, ¿cómo meter al bebé en la cama?
Se acostumbrará a dormir con los padres.
Lo pueden chafar, qué irresponsables.
Y mil y una frases más.

Para mí, lo mejor, sin duda, era que el bebé tuviese su cuna. Al lado de mi cama, por supuesto, pero dormiría en su cuna.
Y, de hecho, princesa durmió en su cuna la mayor parte del tiempo durante su primer año.

Pero el tiempo que princesa dormía en mis brazos tras darle el pecho era tan bonito que no quería dejarla.
Muchas veces la tumbaba conmigo en la cama para poder descansar algo y acabábamos dormidas las dos.

Y ya, el empujón final vino cuando las circunstancias así lo quisieron.

Nació mi príncipe un mes de diciembre cuando mi princesa sólo tenía 15 meses. Fuese el frío, que estábamos en otra casa, o los miles de cambios que se avecinaban, príncipe no quería dormir en la cuna. Así que a los pocos días de vida empezó a dormir en la cama conmigo y con papá. Pero princesa, por el motivo que fuese, tampoco quería estar en su cuna, así que entró a la cama con nosotros.
Y ese fue el comienzo de nuestro colecho, ese que yo nunca pensé hacer.

A día de hoy puedo decir que no hay cosa más cómoda que tener al bebé al lado.
Y por eso hemos terminado juntando dos camas para dormir juntos princesa, príncipe y principito, con papá y mamá, pero dándonos un poco de espacio para que cada uno duerma como quiera.

Mientras princesa dormía en su cuna, cada hora y media se despertaba por las noches y tenía que levantarme, ir al sofá para no quedarme dormida, darle el pecho, volverla a acostar... Y así pasaba las interminables noches, sin descansar. Por lo que por el día necesitaba dormir cada vez que ella cerraba los ojos.

Príncipe también se despertaba bastante, pero al estar conmigo en la cama me quedaba durmiendo mientras él tomaba pecho, y no tenía que levantarme cada vez que él se despertaba.  Con lo cual, descansaba mejor.

Principito es más dormilón de noche, aguanta más tiempo del tirón. Así que ahora se puede decir que duermo varias horas de noche y descanso relativamente muy bien porque cuando él se despierta le doy el pecho en la cama y seguimos durmiendo otras cuantas horas tranquilamente sin tener que moverme de la cama.

Aprendí que nada es una locura por muy avanzados que estén los tiempos.
Aprendí que a veces la necesidad es la que más nos enseña.
Aprendí que se puede ser feliz con menos.
Aprendí que lo importante es nuestra comodidad, felicidad y descanso.