lunes, 25 de diciembre de 2017

Nuestro estado psicológico en la maternidad

No es necesario tener depresión para estar psicológicamente afectado, y que esto influya en la crianza de nuestros hijos.
Seguro que, como madres y padres, somos los que más queremos a nuestros hijos, y hacemos todo lo posible para que sean felices.
Pero, muchas veces, sin intención y sin darnos cuenta, no hacemos lo que de verdad nuestros hijos necesitan.

Vamos a poner un caso como el mío, que tengo tres hijos. A veces, por error, podría delegar en la princesa demasiada carga para cuidar de sus hermanos por el simple hecho de ser la mayor. La cosa empieza con un "juega con el bebé mientras hago la comida", y puede irse de las manos en cualquier momento y hacer que la niña se sienta responsable de esas tareas.

También podemos plantearnos otra situación. Imagina que, cuando eras pequeño/a, había un juguete que te encantaba y que deseabas con todas tus fuerzas. Pero, por algún motivo, nunca te lo compraron y tienes ahí esa espinita clavada. Te esfuerzas por que tu hijo lo tenga para que no le pase como a ti. Pero, ¿te has parado a pensar si a tu hijo le interesa ese mismo juguete o le es indiferente?

Ser buenos padres y madres no está en darle a nuestros hijos todo lo que creemos que tienen que tener, ni tampoco en colmarlos de besos y decirles lo mucho que los queremos. Lógicamente, estas cosas también forman parte de la crianza, sobre todo la segunda. Pero, para ser buenos padres, tenemos que ser conscientes de nosotros mismos y nuestras emociones para saber gestionarlas con nuestros hijos.

Hace tiempo llegó a mis manos "Tu hijo, tu espejo", de Martha Alicia Chávez. Un libro fantástico que muestra la parte oculta de nuestros comportamientos con los hijos. Una gran ayuda para ver lo que estamos haciendo bien, y corregir lo que estemos haciendo mal de forma inocente.


Aprendí que, en la carrera de la maternidad, no todo vale.
Aprendí que no todo es bueno.
Aprendí que nunca se deja de aprender.


lunes, 11 de diciembre de 2017

¿Celos? o mamá compartida

Cuando tenemos un hijo o hija y llega un nuevo bebé, se produce una situación delicada que requiere mucha atención, esfuerzo y delicadeza.

En esto, como en todo, hay que reconocer que cada niño/a es un mundo.
Al igual que nos pasa a los adultos, unos somos más celosos y otros menos, unos más sensibles y otros menos, etc.
Puede que tengamos un niño/a que sea celoso de por sí, o que esté muy apegado a nosotros, o que sea demasiado sensible... O puede que no. Y esto, desde luego, influirá en su reacción ante la llegada del hermanito/a.

En mi caso, y con tres hijos pequeños, por suerte no he sufrido en demasía los celos de unos con otro.
En gran parte, porque puede que mis hijos sean así; pero supongo que también tendrá algo que ver cómo he tratado la situación con ellos.

Princesa tenía 15 meses cuando nació Príncipe. Era una niña muy apegada a mí, siempre había estado conmigo y no se quedaba nunca con nadie. Los dos días que pasé en el hospital fueron la primera vez que me separé de ella. Pero también ha sido siempre la niña de papá, así que se entendieron muy bien en mi ausencia, e iban a visitarme con mucha frecuencia.
La impliqué en la llegada del bebé desde que estaba embarazada. Juntas tocábamos la barriga y llamábamos a bebé.  Y desde que nació Príncipe, ella me ayudaba a cuidar de nuestro nuevo muñeco.
Todavía tomaba pecho, así que les daba a los dos. A veces incluso al mismo tiempo. Y así se fueron criando muy unidos.
Y, lejos de apartarla para atender al bebé, la unía siempre a nosotros. Podía cogerlos a los dos a la vez, dormir con ellos en la cama, hacer cualquier cosa con los dos para que no sintiese celos o rechazo por su nuevo hermanito.

Ahora, con la llegada de Principito, traté de implicarlos a los dos desde el embarazo.
Así, Princesa y Príncipe deseaban ver a su nuevo hermanito.
Príncipe tenía dos años y medio cuando nació Principito. Ya no tomaba pecho, así que esa parte he podido evitarla esta vez.
Y procuro atenderlos a todos por igual y que ninguno sienta que los dejo a un lado por el bebé.
Ya no pudo cogerlos en brazo al mismo tiempo, pero sí estar a su lado todo el tiempo que puedo, y compartir con ellos cualquier momento que tengo libre, incluso del cuidado del bebé.

Hemos tenido momentos difíciles, tanto ahora como antes.
Ha habido situaciones en las que no he podido estar completamente para todos, y en algún momento les ha costado. Pero como ha sido cuestión de minutos, y después he compensado muy bien, han terminado comprendiendo.
Así que, puedo decir orgullosa, que no ha habido escenas de celos.

Nada de rechazar al bebé, ni de quitarle sus cosas, o tratar de hacerle daño, o ese tipo de cosas que se cuentan.
Amor, mucho amor entre todos, y entrega plena a ellos.

Aprendí que depende de cómo se traten las situaciones.
Aprendí que se puede vivir sin celos.
Aprendí que se puede compartir a mamá.
Aprendí que hay amor para todos.

lunes, 27 de noviembre de 2017

De compras para el bebé

Hace tiempo que quería publicar esta entrada, pero le voy dando prioridad a otras y se va quedando en espera.

Todas las mamá (y papás también) empezamos a planear todo lo que necesitará el bebé desde que nos enteramos del embarazo, a veces incluso antes.
Queremos darles lo mejor, y que tengan de todo.
Y no hablo aquí de que tengan un exceso de juguetes caros e innecesarios, ni el último modelo de cada cosa que salga, sino de cosas más básicas.

Cuando estaba embarazada de princesa, no quise comprar nada demasiado pronto por eso de que los tres primeros meses hay más riesgo de aborto. Pero reconozco que aunque no compraba iba mirando y planeando.  Y sobre los 5 o 6 meses de embarazo empezamos a preparar sus cosas.
Compradas o que alguien nos las preste, el caso es que siempre empezamos por el carrito de paseo, mini cuna, bañera, silla del coche...
Y poco a poco, según nace el bebé y va creciendo, vamos aumentando el número de cosas.

En mi caso:
- Tuve una mini cuna que usé los primeros meses.
- Luego una cuna más grande desde que princesa tenía unos 6 ó 7 meses.
- Bañera, la que lleva un mueble con cajones para guardar sus cositas y un cambiador encima.
- El carro y sillas del coche, por supuesto.
- Me regalaron una hamaca que ha sido el mejor invento del mundo.
- Luego llegó la trona para comer.
- El parque para jugar.
- Un asiento para la bañera porque ya no cabía en la otra.
Y por supuesto sin contar con los bodies, trajes, pijamas, zapatos, etc.

Pero luego, cuando nació príncipe y nuestra situación era totalmente diferente, la mayoría de cosas quedaron inutilizadas.  ¿Y pasó algo? Pues no, se crió igual o mejor.
Príncipe no dormía en la mini cuna, se despertaba mucho, y yo necesitaba descansar porque tenía un recién nacido y una pequeña de 15 meses y les daba el pecho a los dos.
- Cambiamos la mini cuna por el colecho, y también se unió princesa.
- La mini cuna se guardó en el trastero, y también la cuna.
- Durante el día dormía en la hamaca o en la cama.
- Empecé a utilizar también el porteo, me compré una mochila-fular para poder llevar al bebé y que su hermana fuese en el carro, porque tampoco podía andar demasiado.
- Compré también un patín para el carro, para que princesa fuese subida en él cuando príncipe iba en el carro.
- La bañera que tanto me gustó, tuve que dejarla guardada por una mudanza, así que con 3 meses príncipe empezó a bañarse en el asiento de la bañera de casa. Tampoco tenía entonces cambiador, pero con uno impermeable podía ponerlo en la cama o el sofá y cambiarles el pañal a los dos (la mayor seguía siendo pequeña).

Y ahora, desde que llegó principito:
- Usé la mini cuna al principio para las siestas durante el día, pero directamente el colecho de noche.
- Usé la bañera pequeña los primeros 4 meses, y después el asiento para la grande.
- Uso tanto la mochila como el carro, dependiendo de las situaciones.

Del resto de cosas, puedo resumir diciendo que:
- La hamaca la he usado mucho con los tres: para dormir, para estar despierto y jugar, para ver la tele, y hasta para las primeras comidas.
- La trona es imprescindible para sentarlos a comer.
- El parque para jugar podría venderlo como nuevo porque no lo he usado. A princesa no le gustaba, príncipe no lo tuvo por la mudanza, y a principito no sé si se lo sacaré o no.

Aprendí que no hace falta tener una tienda entera en casa.
Aprendí que las cosas no son más prácticas por ser más caras o más bonitas (como la bañera que se queda pequeña enseguida y que cuesta usar el cambiador cuando pesan demasiado).
Aprendí que la situación influye mucho.
Aprendí que lo importante es lo que les damos a nivel de afecto y cuidados, no las cosas que les compremos.
Aprendí que cada vez soy más feliz con menos cosas.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Chupete sí, chupete no

Cuando tenemos un bebé, o incluso mientras estamos en la dulce espera, nos hacemos miles de preguntas sobre qué será lo mejor para él.

Te regalan algún chupete en las canastillas de promoción. Y ahí viene el dilema.
¿Es bueno el chupete? ¿Desde cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Y si no usa chupete?
Y a todas estas respuestas, quien mejor puede responderte es una persona cualificada (matrona, pediatra, asesora de lactancia) y tu mismo sentido común.

Una vez que el bebé nace, las opiniones no pedidas no paran de llegar, y sobran todas.
Le das el pecho a tu bebé y siempre vendrá alguien a decirte: "ponle chupete que no esté todo el día al pecho", "te tiene de chupete".

Precisamente, el chupete se inventó para sustituir al pecho, para calmar la necesidad de succión de los bebés. Por lo tanto, no te tiene de chupete, hace lo natural.

Con princesa me informé mucho, leí, pregunté. No quería fracasar en la lactancia y terminar dándole biberón (que respeto a quien lo hace, pero en mi caso apostaba por una lactancia materna superando cualquier bache).
Entendí de los profesionales que, lo mejor, era dar un tiempo de afianzamiento de la lactancia. El primer mes sólo pecho, por duro que pudiese ser. Y una vez que la pequeña estuviese bien habituada al pecho, se cogiese sin problemas, etc, entonces podría probar con el chupete. Y así lo hice.
Y lo mismo quise hacer con príncipe y principito.

Pero príncipe y princesa se llevan 15 meses entre ellos, y los dos tomaban pecho. Así que, ante el cansancio de tener dos bebés y la presión de terceras personas para que le pusiera chupete, se lo puse a las tres semanas.

Luego, después de haberte insistido tanto en que le pongas el chupete, te insistirá para que se lo quites.
Alrededor del año y medio, las opiniones no pedidas vendrán a decirte que "el chupete es malo porque les deforma la boca y les tuerce los dientes".
Y esto es cierto, pero en parte. Puesto que depende de cómo se use el chupete, del tamaño, del tiempo que pasa con él en la boca, y de la edad del niño.

Mis hijos han tenido chupete hasta poco más de los dos años. Se lo he ido quitando poco a poco, sin dramas, respetando sus ritmos. Y así, un buen día, se han hecho mayores y ya han sabido dormir sin chupete.

Por último, queda la opción que sigue una buena amiga: nada de chupete. Ella nunca tuvo chupete, y no cree que sea necesario para sus hijos.
Sí, se puede. Los acostumbras a dormir al pecho, y poco a poco de cualquier otra forma, y no hace falta ningún chupete.

Sin olvidarnos también de que, muchos niños, rechazan el chupete y no lo quieren por mucho que insistas.

Aprendí que los consejos no pedidos están demás.
Aprendí que lo mejor es consultar a los profesionales.
Aprendí que, cada madre, debe seguir su instinto y hacer lo que crea mejor para sus hijos.
Aprendí que el chupete puede ser una ayuda en ciertos momentos.
Aprendí que se puede criar sin chupete.

lunes, 30 de octubre de 2017

Niños de alta demanda

No seré yo una de esas personas a las que le gusta poner etiquetas:
- Que si el niño es malo.
- Que si la niña es muy buena.
- Que si es un llorón.
- Que si..., que si..., que si...

Y es que creo, después de mucho leer y aprender, que es contraproducente etiquetar a los niños, a cualquier persona en general.

Si le etiquetas de malo, cada vez se comportará peor porque ya sabe que es "Un niño malo".
Si le etiquetas de bueno, pensará que todo lo que hace es bueno, aunque sea pegar o morder.

Y según esta teoría, tampoco me ha gustado nunca etiquetar a mis hijos como "niños de alta demanda".
Conozco el término hace años, desde que princesa era bebé. Y siempre pensé: "no es alta demanda, sino que pide lo que necesita". Tanto para princesa, como para cualquier niño etiquetado como "de alta demanda".
Luego llegó príncipe y volví a decir lo mismo. Aunque ya me rondaba por la cabeza: "con lo demandantes que son mis hijos, ¿cómo serán los de alta demanda?".
Ahora, con principito en nuestras vidas desde hace algo más de cinco meses, y con otro bebé en la familia completamente opuesto, creo que me queda claro que mis hijos son de alta demanda, todos.

No, no me gusta comparar tampoco. Las comparaciones son odiosas.
Pero, mientras su primo se queda dormidito en la hamaca sólo, sin chupete y sin llegar a llorar; cualquiera de mis hijos podría quedarse sin respiración de tanto llorar si intentas que duerma sólo o tardas más de la cuenta en cogerlo para dormir.

En este blog habla de niños de alta demanda, es uno de tantos que cuentan su experiencia, pero me gusta cómo lo explica.

Mis hijos no se duermen solos.
Puede que en un paseo se duerman en el carro, pero no es siempre.
Igual se duermen nada más entrar al coche (normalmente), o lloran sin parar como principito y es imposible ir con él a ningún sitio.
No duermen más de media hora o cuarenta minutos en las siestas de día. Y de noche, princesa se despertaba cada hora y media. Después llegó el colecho y la cosa cambió.  (Menos mal)

Y podría seguir con una larga lista de cosas.  Pero aún así, me niego a llamarlos "niños de alta demanda", aunque lo sean. Son niños, bebés, que tienen necesidades, que me necesitan, y aquí estoy yo para ellos.

Aprendí que los niños tienen necesidades.
Aprendí que la maternidad (y pluri-maternidad) es agotadora.
Aprendí que mi vida depende ahora de los ritmos de mis hijos.
Aprendí que una sonrisa, una mirada, un "te quiero mamá", un abrazo, un beso... Son pago más que suficiente en los momentos de mayor tensión.
Aprendí que no cambio mi vida por nada del mundo.
Aprendí que mis hijos, con sus necesidades y exigencias, son mi mayor alegría (y locura en muchos momentos).

lunes, 23 de octubre de 2017

Ser una mamá organizada y productiva

Muchas veces me preguntan cómo soy capaz de estar yo sola siempre con los tres niños sin salir loca.
Y me preguntan también de dónde saco tiempo para muchas cosas.

Tiempo nunca tenemos, nadie. Porque tenemos muchas más obligaciones que tiempo, y porque siempre queremos hacer más de lo que podemos, o al menos yo.
Pero todo es cuestión de organizarse.

Yo soy una persona muy "de papel y boli". Me gusta tomar notas de todo, planificar cosas en la agenda, hacerme mis cuadrantes semanales. Ahora bien, otra cosa es que lo cumpla. Y es que, por mucho que anoto y planifico, luego me pongo a hacer otras cosas y voy dejando lo que tenía planeado.

Ahora estoy empezando nuevos proyectos, así que tengo que intentar ser más organizada para conseguir llegar a todo. He pensado empezar con el Bullet Journal, que sustituye a la agenda y a gente que conozco le está funcionando bien.
Pero, de momento, lo que estoy haciendo es aprovechar pequeños momentos de tiempo perdido:

- Que el bebé está al pecho, mientras yo puedo leer algunas páginas de un libro, o algún artículo interesante.
- Mientras espero a los niños en la puerta del cole, miro los email y cosas relevantes de redes sociales en el móvil.
- Ese momento irremediable en el que el niño no quiere hamaca, ni carro, ni nada, sólo brazos; lo aprovecho para escribir algo en el móvil, porque en el ordenador con una mano es complicado.
- El tiempo que la lavadora está haciendo su trabajo, yo voy guardando la ropa que tenía de la anterior colada.
- A la vez que me meto en la cocina para preparar la comida, intento dejarme medio lista la cena.
- Que me toca perder el tiempo en la sala de espera del médico porque va con retraso, pues aprovecho para cualquier cosa: leer, escribir algo en el móvil, mirar email, lo que sea, y así no tengo que hacerlo luego.

Y por último, algo que me ayuda bastante al ser mamá de tres pequeños con edades y necesidades diferentes, es intentar combinarlas. Pero de esto te hablaré en mi próxima entrada. (Que por cierto intentaré hacerlas semana sí, semana no, para evitar que esto se quede demasiado tiempo desierto).

Aprendí que todo es cuestión de organizarse y de aprovechar los pequeños momentos que no puedes hacer "nada".

jueves, 14 de septiembre de 2017

Lo confieso: la pluri-maternidad agota

En ningún momento lo he negado, y no quiero sentirme una súper heroína ante los ojos de nadie.

Pero, de vez en cuando, es bueno reconocer más sinceramente las cosas y dejar de decir que todo está bien y que vamos controlando la situación.
Que no digo que no sea así, pues más o menos está todo bajo control.

Y en ese más, y en ese menos, hay que tener en cuenta muchas cosas:
- Ser madre de tres niños menores de cuatro años es agotador, pero con grandes momentos de amor y alegría.
- Con tres hijos faltan manos, nunca puedes estar completamente cubriendo las necesidades de los tres; pero por suerte hay besos y abrazos infinitos para dar y recibir.
- Una casa con tres pequeños no está nunca perfecta para visitas. O limpias, recoges y pones todo a la perfección mientras ellos duermen, o aprovechas para descansar tú y tener un momento de calma y tranquilidad. Mi casa no está desordenada, está decorada por niños.
- Nunca puedes llegar a tiempo. Ni da tiempo a hacer todo lo que habías planeado, por más que lo intentes; ni puedes llegar puntual a las citas porque en el último momento todos los niños se acordarán de hacer algo que no habían hecho. O llegas tarde, o sales demasiado sobrada de tiempo para esperar y que no te esperen.
- No siempre habrá un menú de primera categoría en la mesa. Cuando puedas cocinar, que sea en cantidad para guardar y tener preparado cuando no puedas hacerlo. Y si no, pues algo rápido y mañana será otro día.  Eso sí, más vale unas cuantas frutas que tirar de comida precocinada.
- Olvídate de descansar como y cuando quieras, tus horarios funcionan según los de los niños. Pero eso no impide descansar, aprovecha el descanso suyo para el tuyo, y lo que no se haya hecho hoy mañana se hará (o pasado).
Y así podría seguir con una larga lista.

Aprendí que lo importante son los buenos momentos que nos regalan estas personitas, y que eso borra todo lo malo.
Aprendí que lo importante es disfrutar de cada momento de su infancia, que el tiempo vuela.
Aprendí que no es tan importante tener todo perfecto para visitas.
Aprendí que hay que aprovechar cada momento, los que haya para hacer algo, que sean productivos; y los que sean para descansar, intentando exprimirlo al máximo.
Aprendí que estar bien y tener la situación controlada depende del nivel de exigencia que tenga cada uno y de con qué nos conformamos.
Aprendí que la maternidad es agotadora, pero muy gratificante.
Aprendí que lo más importante somos nosotros, disfrutar, vivir, sentir, querernos...

viernes, 25 de agosto de 2017

Las mamás también lloramos

Hasta ahora hemos hablado de la maternidad como algo tan bonito y emocionante.
Pero, la maternidad también tiene un lado más difícil. Y es que, algunas veces nos vemos superadas por el estrés, los nervios, la responsabilidad, y hasta por no saber qué hacer.

Hay momentos en los que dan ganas de salir corriendo. Necesitamos desahogarnos, y llorar. Sí, porque las madres también lloramos.

Imagina un día en el que tu bebé llora y llora, que no consigues calmarlo, que toma pecho y después sigue llorando, que intentas que duerma pero no se queda tranquilo, que por más que lo intentes llora sin saber qué le pasa ni qué hacer.

Un día en el que tu/s hijo/s necesita/n moverse, gastar energías, correr, saltar... Pero, al no haber salido de casa, se sube/n por todo, saltan... Sin ver el peligro. Y tú, a punto de salir loca viendo los riesgos y sin poder evitarlo porque no quiere/n jugar ni hacer otra cosa.

Y, después de la tormenta, siempre llega la calma. Aunque puede que, cuando la calma llegue, estén tan desbordada que necesites soltar todo lo que has acumulado.  Llora, grita, ríe... Suéltalo, porque lo que retenemos demasiado al final nos pesa.

Aprendí que las mamás también lloramos.
Aprendí que no todo es fácil ni todo es bonito.
Aprendí que desahogarse es necesario.
Aprendí que llorar no es de débiles, sino un exceso de fortaleza.


viernes, 18 de agosto de 2017

Adiós barriga, hola bebé

Las últimas semanas del embarazo son las más difíciles y las más largas.
El peso, la barriga, la dificultad de movimientos, los pies hinchados, las ganas de ver al bebé, los miedos y nervios por la nueva situación... Parece la historia interminable.

Se habla de 40 semanas de embarazo, pero desde la 36 ya vamos pensando en que puede adelantarse.
-Ay, qué bien, a lo mejor lo tengo antes de lo esperado conmigo.
-Uy, ¿y si necesita incubadora?

Y así van pasando los días, y el momento no llega.
Incluso te puedes meter en la semana 42, desesperada, y que entonces te den cita para parto inducido (provocar el parto).

Mientras, repasas todo aquello que has aprendido del parto:
- Contracciones: ¿tengo o no tengo? Ay, un dolor, ¿estaré de parto?
- Rotura de bolsa (romper aguas): creo que estoy mojada, ¿habré roto aguas?
- Plan de parto: quiero que mi parto sea así y asá.

Pero cuando llega el momento, el de verdad, se reconoce aunque hayas tenido varias falsas alarmas.
Y aquí viene lo complicado:
- No todos los hospitales aceptan y siguen el plan de parto para que sea respetuoso como tú quieras (por no decir que en la mayoría esto se lo saltan)
- Eso de que las contracciones son cada 5 minutos, mentira. Cada parto es un mundo.
- Epidural sí o no: pues depende de cómo vaya el parto y del aguante que tenga cada una para soportar el dolor. Yo, por supuesto, agradezco el alivio después de tanto dolor. Una vez te ponen la epidural todo es mucho más fácil.
- Los temidos puntos: según el parto, y según el médico que te toque, puede que no haya corte (episiotomía) ni desgarro, o que te tengan que dar 20 puntos.

Lo más importante es que tú y tu bebé esteis bien, y que una vez le ves la carita y le tienes contigo se te olvida el dolor que has pasado, los nueve meses, la desesperación, etc.

Mi primer parto acabamos en la semana 42, con cita para parto inducido que se alargó porque yo tenía contracciones y no llegaron a inducirlo.  El resultado: ingresé un día 25 a las 8 de la mañana para parto inducido y princesa nació la madrugada del 27. Dos días de parto con contracciones que viene y van hasta que comenzó el verdadero trabajo de parto, y un corte que necesitó unos 7 puntos externos internos a parte, por una matrona en prácticas.

El segundo parto, 40 semanas y 6 días. Con contracciones fuertes desde que me levanté por la mañana que poco a poco se fueron haciendo más intensas y regulares. Al llegar a urgencias a mediodía me tumbo para poner el monitor, y las contracciones se frenan y se vuelven irregulares. Para mi sorpresa, estaba dilatada de 5 cm. En menos de 3 horas nació mi príncipe, con contracciones irregulares y un pequeño desgarro de un punto.

El tercer parto ha roto las reglas aún más.  41 semanas y un día, con mucha presión de su cabeza aproximadamente una semana. A las 41 semanas me dijeron que estaba dilatada de 2 cm, lo normal al no ser el primero, que no tenía contracciones y que todavía tenía que bajar un poco más la cabeza.  El dolor que yo tenía era tan fuerte que me hacía saltar de la silla y ponerme de pie, no podía estar sentada. Y así pasé algo más de un día. Yo no noté contracciones en la barriga, era dolor abajo, como si su cabeza hiciera fuerza. A las 4 de la tarde el dolor empezó a ser más fuerte y más seguido, pero no era regular ni contracciones en la barriga. Esperé hasta que me dieron un par de dolores/pinchazos con un espacio de dos minutos entre ellos, y ahí me fui a urgencias. Dilatada de 7 cm a las 6-7 de la tarde, sin contracciones en la barriga, y con ese dolor que había pasado de ser cada 12 minutos más o menos, a cada minuto o cada dos. A las 9 de la noche tenía a mi principito, sin cortes ni desgarro.

Aprendí que cada embarazo y cada parto es un mundo.
Aprendí que no hay un patrón a seguir.
Aprendí que cada uno sale cuando le toca.
Aprendí que no se puede planear.
Aprendí que lo importante no es el cuando ni el como, sino que todo salga bien.

domingo, 13 de agosto de 2017

Amante de la lectura

Desde niña he sido una gran amante de los libros.
Me encanta leer.  Es la mejor forma de vivir aventuras, de viajar, de conocer mundo y cultura, desde cualquier parte en que te encuentres.
En el sillón de casa, en la cama antes de dormir, en un viaje, sentada en la arena de la playa, en la sala de espera de cualquier sitio... Cualquier lugar es bueno para leer. Un libro es un gran compañero.

Es cierto que, con la maternidad, y sobre todo ahora con tres hijos, es muy difícil encontrar un momento para la lectura.  Pero a veces querer es poder, y hoy en día tenemos muchas facilidades, puesto que los libros en formato digital son más cómodos que tener que llevar un libro a todas partes y nos permiten ponernos a leer, incluso mientras damos el pecho al bebé.

Cuando descubrí la crianza respetuosa, internet, los foros, páginas, blogs y otras web, me fueron de gran ayuda. Pero en estas fuentes de conocimiento encontré a grandes profesionales y escritores a los que no he dejado de leer desde entonces.

Carlos González, pediatra y escritor, me ha enseñado mucho con títulos como: "Mi niño no me come",  "Un regalo para toda la vida", "Comer, amar, mamar" y "Bésame mucho"


Rosa Jové, psicóloga infantil y escritora, me acompaña en la crianza con libros como: "Dormir sin lágrimas",  "La crianza feliz" y "Ni rabietas ni conflictos"

El nutricionista Julio Basulto, autor de "Se me hace bola", aporta grandes consejos y respuestas cuando nuestros hijos no comen como nosotros queremos.

Aprendí que las respuestas están escritas, sólo hay que buscarlas.
Aprendí que en la maternidad también forman parte los libros.
Aprendí que el momento se encuentra porque querer es poder.


jueves, 10 de agosto de 2017

¿Crianza respetuosa?

Cuando nació princesa tuve las mil y una dudas que le surgen a cualquier madre primeriza.
A pesar de que había tratado de leer e informarme mucho, este mundo de la maternidad es tan amplio que nunca terminaré se aprender.

Los dos primeros meses de princesa fueron duros. La falta de experiencia, de ayuda, y de apoyo en el entorno hicieron que mi esfuerzo fuera mucho mayor, pero también mucho más productivo.

Princesa tendría ya un par de meses, se dormía siempre en brazos, bien porque se dormía al pecho, o porque la tenía encima de mi la mayor parte del día.
A mí no me molestaba, al contrario, me encantaba tenerla encima de mi, sentirla, olerla, besarla...  Era puro amor.

Pero ya empezaba a sentir que no seguíamos el patrón marcado de dormirse sola o con un muñequito. Y empecé a pensar que, quizás, como mucha gente decía, la estaba mal criando y acostumbrando a los brazos.

Seguí un consejo: ponla en la cuna, te pones al lado para cogerle la mano, y aunque llore no la cojas, te quedas ahí hasta que se duerma. Y así, poco a poco se acostumbra.

Ese llanto de, quizás, uno o dos minutos que a mí me parecieron horas, se clavó en mi corazón hasta tal punto que de los nervios empecé a gritar. Era rabia por no hacerlo bien, era dolor de sentirme inútil en ese aspecto, era culpa por hacerle llorar. Ya no sé ni lo que era...

Y en aquel momento empecé a investigar, mientras volvía a tener a mi niña en mis brazos, sintiéndola junto a mí y durmiendo tranquila, cómo enseñarle a dormir.

Me encontré con el método Estivill, basado en dejarlos llorar hasta que se acostumbren. No podía hacer eso, no era capaz.

Entonces busqué algo así como "enseñar a dormir sin llorar".
De alguna manera empecé a leer sobre la crianza respetuosa, aquello que no conocía ni había escuchado nunca, pero que se convirtió en la base que daría firmeza a mi maternidad y a mi crianza.
Conocí a Rosa Jove, psicóloga infantil y escritora basada en este tipo de crianza.
Conocí a Carlos González, pediatra y escritor basado en la crianza respetuosa.
Y empecé a conocer grupos, foros, páginas... Y un sinfín de fuentes y documentación que son mi punto de referencia.

Aprendí que no todos somos capaces de soportar ese llanto desconsolado.
Aprendí que cada niño y cada padres tenemos una forma diferente y única de vivir.
Aprendí que lo más importante es tenerlos cerca de mí.
Aprendí que los niños no se acostumbran a nosotros, sino que nos necesitan desde antes de nacer.
Aprendí que somos afecto desde bebés.
Aprendí que mal criar es criar mal, haciendo daño.
Aprendí que dar amor es ser felices.
Aprendí que nunca dejaré de aprender.

lunes, 7 de agosto de 2017

Recuerdo lo que me has enseñado

Viví con ella desde pequeña, desde mis primeros días.
Pasé tanto tiempo con ella que, cuando no lo estaba sólo pensaba en ir con ella.
Viví con ella mi niñez, mi infancia, mi adolescencia, y ella me acompañó en mis inicios como mujer adulta.

Aún recuerdo aquella cesta que tenía para llevarme la merienda al parque, aún recuerdo mis veranos con ella, aún recuerdo la primera vez que fui de viaje con ella, lo recuerdo todo como si fuera ayer.

Pero, lo que más recuerdo, son todos sus consejos, lo que me ha enseñado, y cómo era su forma de ser y su manera de vivir.
Y con orgullo puedo decir que sigo su ejemplo, y que ojalá yo pueda ser la mitad de precavida que ella fue.

Crió a sus hijas dándolo todo por ellas, y a pesar de la escasez consiguió guardar de donde no había.
Ayudó a sus hijas en la vida adulta y les preparó bien su camino, demasiado bien quizás.
Crió a sus nietas, especialmente a mí, y volvió a ser una madre conmigo, siendo siempre mi apoyos más fuerte en la familia.

Ya hace un año que no está con nosotros, pero me veo reflejada en ella cada día, recuerdo sus consejos, sus enseñanzas, y sigo su ejemplo para ser la madre entregada y cariñosa que siempre fue con nosotras.

Puede que mi vuelo sea diferente al suyo y que tenga un modo de vida diferente, puede que mis sueños sean diferentes a los suyos.
Pero esa huella de todo lo que me enseñó, de todo lo que aprendí con ella, sigue presente en cada paso que doy.

Aprendí que el mejor maestro fue pasar tiempo contigo.
Aprendí que con poco se puede hacer mucho.
Aprendí que lo más importante es entregarse de corazón.
Aprendí que por mis hijos seguiré tu ejemplo para que tengan, al menos, lo que yo he tenido.



domingo, 6 de agosto de 2017

Madre y abuela

Se dice que el amor de una madre es único, verdadero y desinteresado; y que una madre daría la vida por sus hijos.

Ese es mi sentimiento como madre.

Pero no todas las madres saben expresar estos sentimientos de igual manera. Con su mejor intención, supongo, hay madres que tienen otras prioridades.
Y no seré yo quien las juzgue, pues cada una es muy libre de elegir cómo vivir su vida de madre.

Para mí, no hay mayor satisfacción que pasar todo el tiempo con mis hijos. No me importa renunciar a cosas si a cambio los tengo a ellos.
Para otras madres, dejar a sus hijos al cuidado de alguien para disfrutar de una cena tranquila, salir de fiesta, hacer un viaje, ir al cine, etc es lo más normal del mundo.

Y cuando los padres son más de este segundo caso, de tener vida más allá de los hijos y disfrutar como cuando no los tenían,  ¿quién mejor que una abuela para ocuparse de los nietos?

Una abuela es una madre experimentada que ama incondicionalmente a sus nietos, de manera desinteresada, sincera, y que habría sido capaz de dar la vida por sus hijos, pero también lo sería por sus nietos.

Aprendí que una abuela puede llenar el vacío de una madre.
Aprendí que no todas las madres nos entregamos por igual.
Aprendí que el amor de madre y el amor de abuela no siempre es al 50%, sino que a veces una dará un 90% y la otra un 20%, y no siempre será la madre la que más de.



sábado, 5 de agosto de 2017

Preparación al parto

Normalmente, en todos los embarazos te informa la matrona de la posibilidad de asistir al curso de preparación al parto.

En mi caso, sólo pude asistir cuando estaba embarazada de princesa. Después, al tener a los otros niños, no he podido ir porque no podía llevarlos conmigo.

Compartir el embarazo con otras mamás embarazadas, intercambiar opiniones, vivencias, ideas, y conocer las dificultades de cada una, es una experiencia enriquecedora, gratificante y de la que se aprende muchísimo.

Además, que el curso se lleve a cabo por una matrona que esté continuamente formándose y conociendo todas las novedades y opciones que van surgiendo, es lo mejor que te puede pasar.

Recuerdo que mi matrona asistió por aquel entonces a un curso en Bélgica, y la veía tan activa y con ese ímpetu por aprender pata enseñarnos, que todavía me motivaba más a seguir asistiendo a las clases.

Como en cualquier cosa, el taller pre-parto o curso de preparación al parto va a depender mucho del profesional que te toque.

Desde mi experiencia, este tipo de cursos sirve para muchas cosas2:
-Conocer mejor nuestro cuerpo y la maravillosa forma en que ha sido creado para dar vida a un nuevo ser. Saber qué partes del cuerpo intervienen en este proceso de dar vida y cómo.
-Aprender a superar las dificultades que se dan tanto en el embarazo como en el parto (calambres, hinchazón, posiciones que facilitan, trabajo de parto, etc)
-Experimentar diferentes técnicas de relajación.
-Comparar las diferentes técnicas que existen tanto en partos como en crianza.
-Vivir un parto seguro conociendo todo el proceso y con una buena información y preparación física y mental.

Aprendí que no hay nada mejor que estar bien informado.
Aprendí que existen muchas posibilidades en el mundo de la maternidad / paternidad.
Aprendí que compartir el embarazo con alguien que te comprenda y sienta lo mismo que tú es una experiencia muy positiva.

viernes, 4 de agosto de 2017

El sueño del bebé

En el embarazo de princesa hice el curso de preparación al parto que me propuso mi matrona, y quedé muy muy orgullosa de ello.

En ese curso no sólo se hablaba del parto, sino de miles de temas relacionados con la crianza y con esta nueva vida de mamás que comenzaba.

Recuerdo que hablaban del "colecho" y a mí me sonaba a chino, no tenía ni idea de lo que podía ser.

Así que me informé y me pareció una auténtica locura:
¿Cómo iba a dormir el bebé con sus padres?
En pleno siglo XXI y con la cantidad de cunas que hay para elegir, ¿cómo meter al bebé en la cama?
Se acostumbrará a dormir con los padres.
Lo pueden chafar, qué irresponsables.
Y mil y una frases más.

Para mí, lo mejor, sin duda, era que el bebé tuviese su cuna. Al lado de mi cama, por supuesto, pero dormiría en su cuna.
Y, de hecho, princesa durmió en su cuna la mayor parte del tiempo durante su primer año.

Pero el tiempo que princesa dormía en mis brazos tras darle el pecho era tan bonito que no quería dejarla.
Muchas veces la tumbaba conmigo en la cama para poder descansar algo y acabábamos dormidas las dos.

Y ya, el empujón final vino cuando las circunstancias así lo quisieron.

Nació mi príncipe un mes de diciembre cuando mi princesa sólo tenía 15 meses. Fuese el frío, que estábamos en otra casa, o los miles de cambios que se avecinaban, príncipe no quería dormir en la cuna. Así que a los pocos días de vida empezó a dormir en la cama conmigo y con papá. Pero princesa, por el motivo que fuese, tampoco quería estar en su cuna, así que entró a la cama con nosotros.
Y ese fue el comienzo de nuestro colecho, ese que yo nunca pensé hacer.

A día de hoy puedo decir que no hay cosa más cómoda que tener al bebé al lado.
Y por eso hemos terminado juntando dos camas para dormir juntos princesa, príncipe y principito, con papá y mamá, pero dándonos un poco de espacio para que cada uno duerma como quiera.

Mientras princesa dormía en su cuna, cada hora y media se despertaba por las noches y tenía que levantarme, ir al sofá para no quedarme dormida, darle el pecho, volverla a acostar... Y así pasaba las interminables noches, sin descansar. Por lo que por el día necesitaba dormir cada vez que ella cerraba los ojos.

Príncipe también se despertaba bastante, pero al estar conmigo en la cama me quedaba durmiendo mientras él tomaba pecho, y no tenía que levantarme cada vez que él se despertaba.  Con lo cual, descansaba mejor.

Principito es más dormilón de noche, aguanta más tiempo del tirón. Así que ahora se puede decir que duermo varias horas de noche y descanso relativamente muy bien porque cuando él se despierta le doy el pecho en la cama y seguimos durmiendo otras cuantas horas tranquilamente sin tener que moverme de la cama.

Aprendí que nada es una locura por muy avanzados que estén los tiempos.
Aprendí que a veces la necesidad es la que más nos enseña.
Aprendí que se puede ser feliz con menos.
Aprendí que lo importante es nuestra comodidad, felicidad y descanso.

lunes, 31 de julio de 2017

Página: Diario de una endorfina

Otra de las páginas que plasma de manera cómica y llamativa la maternidad:

https://diariodeunaendorfina.com/

Esta es la última que he descubierto, y por lo poco que he podido leer me ha gustado mucho.

domingo, 30 de julio de 2017

Lactancia

Una vez que nace tu bebé y llega ese esperado momento, vienen las dudas sobre su alimentación, y no todo es color de rosa.

Durante el embarazo te has estado informando y te has decidido por la lactancia materna: dar el pecho es lo mejor para mí y para mi bebé, es el mejor alimento y es un vínculo único y especial.

Cuando por fin tienes al bebé en tus brazos, te apresuras por comenzar la lactancia. Aprovechas ese piel con piel en los primeros minutos de vida, en la primera media hora, todavía en el paritorio. Cuesta que el bebé se coja al pecho, es normal, no se nace enseñado. Y cuando ya le ves bien enganchado con su reflejo de succión dices: "qué fácil ha sido, qué suerte".

Pues no, siento decirte, que lo que parecía tan fácil y tan bonito, luego empieza a complicarse.

Una mala posición hace que haya un mal agarre, el bebé tira del pezón, y empiezan a salir grietas.
El bebé tiene que estar en posición horizontal, y tocando tu barriga con su barriga.

Pasados los primeros días de lactancia, surge otro imprevisto.  El bebé hace su toma, llora, tira del pecho, no se sacia aunque le des los dos pechos.
"Ay, ay, ay ¿a que no tengo suficiente leche?"
Tranquila mamá, respira hondo, infórmate, y sigue adelante puesto que, en este momento, muchas introducen lactancia artificial (biberón) y dejan de amamantar.
Esto que le pasa a tu bebé es que habéis llegado a la primera crisis de lactancia. El bebé necesita más leche, y la forma de que el pecho produzca más cantidad es succionando más a menudo.
Existen varias crisis de lactancia, por etapas. La forma de pasarlas es dale el pecho a demanda aunque te pida cada 5 minutos, para aumentar la producción. Pasa en dos o tres días, incluso antes.

Y, por si fuera poco, el bebé llora y llora a menudo, le ves estirarse, hacer fuerza, retorcerse.
"¿Serán esos cólicos del lactante?"
En mi caso, mis tres hijos han pasado por esto y ha tenido una solución muy fácil.
Resulta que, si yo tomo leche, mis niños lloran mucho y en sus heces se ven como hilitos de mucosidad.  Esto se conoce como "Alergia a la proteína de la vaca" (APLV)
Generalmente se pasa solo, en el caso de mis hijos sobre los tres o cuatro meses.
La proteína de la vaca es demasiado fuerte para su pequeño estómago y eso les causa ese dolor. Suprimiendo de mi dieta todos los lácteos, solucionado.
Poco a poco voy probando, si veo que le molesta, sigo sin tomar, hasta que me doy cuenta de que ya está bien tanto si tomo lácteos como si no, y es el momento de poder retomar su consumo.

Aprendí que la lactancia es complicada, pero lo más hermoso del mundo.
Aprendí que ese vínculo entre madre e hijo, y ese privilegio de que se alimente de mí, no tiene precio.
Aprendí que una buena asesora de lactancia y una buena información es imprescindible para superar los baches.
Aprendí que nunca dejaré de aprender.

domingo, 23 de julio de 2017

Madre primeriza

Cuando vas a ser mamá por primera vez, aprovechas los nueve meses del embarazo para buscar información, para prepararte para esta nueva vida que comienza.
Y aunque no quieras saber, cosa que sería raro, encontrarás demasiada gente que quiera enseñarte, contarte su experiencia, y parecer un súper profesional de la maternidad/paternidad.

Lo primero que hay que recordar aquí es que cada embarazo, cada parto, cada madre, cada bebé, y cada familia, es un mundo completamente diferente del resto.
Y que lo que a alguien le pasó, le fue mal o le fue bien, no a todos nos vale por igual.

Pero oye, que está muy bien informarse; y que cada cual es muy libre de elegir sus ideas y de querer creer la información de cierta persona conocida, cierto libro, etc.

En la mayoría de los casos, la futura mamá cuenta con una madre, suegra, hermana, amiga, o quien sea, que le acompañará con su experiencia y conocimientos.

Pero, aún así, y sobre todo cuando no se cuenta con este apoyo, miles de dudas nos vienen a la cabeza.

- El parto, cuidados antes y después, complicaciones que puedan surgir.
- El recién nacido, qué necesita, cómo son los primeros días,  riesgos.
- Temores a no hacerlo bien, a no ser capaz.
- Lactancia materna o artificial.
- Chupete o no chupete.
- El sueño del bebé, sus ritmos, cuna, colecho.

Y con una larga lista de dudas y miedos que nos van surgiendo pasa el embarazo, acumulamos información, guardamos revistas o recortes de éstas, añadimos mil enlaces web a los favoritos, y nos vemos más preparadas para afrontar la maternidad.

Pues, siento decirte, que no, que no es suficiente todo lo que has preguntado, leído y aprendido.
Porque cuando llegue el bebé surgirán otras muchas cosas nuevas que ni te habías planteado. Y, puede que, lo que tú habías pensado que harías, no encaje con tu bebé y tengas que cambiar de ideas.

Pero no te preocupes, ¡lo vas a hacer bien!

Aprendí que no todo vale.
Aprendí que nunca se deja de aprender.
Aprendí que lo importante es nuestro amor de madres, que nos hará buscar constantemente lo mejor.


jueves, 20 de julio de 2017

Cosa de dos

Puesto que la pareja es cosa de dos, la crianza y educación de los hijos también lo es.

Puede que, en un principio, la pareja no comparta ciertas ideas o formas de actuar; pero, probablemente, sea por desconocimiento.

Por eso, es importante que cada uno tenga una explicación lógica que defienda sus ideas, y entre los dos valorar qué es lo más adecuado para los hijos.

También, dependiendo de la forma de vida de cada pareja, y dependiendo del momento y la situación concreta en que se encuentre, la forma de actuar se verá influida.

En nuestro caso, los dos hemos ido aprendiendo juntos, y aceptando las decisiones juntos.
El apoyo en la pareja, la tranquilidad de saber que no vas a ser juzgado por el otro decidas lo que decidas, y el poder compartir cada información nueva que vamos aprendiendo, es algo enriquecedor y muy positivo para la familia, tanto la pareja como los hijos.

Aprendí que aprender es cosa de dos.
Aprendí que lo realmente importante es ir avanzando juntos.
Aprendí que las diferencias nos hacen una familia perfectamente imperfecta.



miércoles, 19 de julio de 2017

¿Y qué es la familia?

Está claro que todos necesitamos en algún momento el calor de una familia, sentirnos apoyados, queridos, sentir que no estamos solos, saber que podemos contar con alguien...
Pero no siempre lo encontramos. Y, si lo encontramos, puede que no sea en las personas las que, se supone, debería ser.

Discrepo un poco con esta frase: "Pase lo que pase,el calor de la familia no se consigue en otra parte.
Porque la vida me ha demostrado una y otra vez que la familia (de sangre, de apellidos), al menos en mi caso, no te apoya en nada y, más bien, te deja a un lado o te apuñala por detrás.
Está claro que no generalizo, puesto que hay personas muy importantes para mi en mi familia que me han dado mucho y sin las que, hoy por hoy no sería quien soy.
Pero, una gran mayoría de familia y parientes, no se merece ni llamarse familia.

Ahora bien, como la RAE da varias definiciones de familia, me quedo con que la familia es el grupo de personas relacionadas entre sí y que comparten mucho, simplemente.

Por eso, gracias a esos amigos que nos han dado en más de una ocasión ese calor de familia, que nos han demostrado una y otra vez que podemos contar con ellos.
Los amigos son la familia que uno elije.
A veces los amigos son tu mejor familia.

Y por eso, aprendí que la mejor familia para mis hijos son aquellas personas que son una familia para mí, aunque no nos una sangre ni apellidos.



Quiero hacerlo yo

Cuando hablo con algunas personas, deben pensar de mí que soy la más tonta del mundo porque me cargo de trabajo y responsabilidades yo sola.

Pero es que, bien dice el dicho, sarna con gusto no pica.

En lo referente a mis hijos, me gusta ser yo quien haga las cosas.
Desde que han nacido, los tres, se han alimentado de lactancia materna, lo que ha hecho que sólo yo pueda darles de comer. Y me encanta. Ver cómo disfrutan comiendo de mi, sentir su calor, ver esa mirada. Es una sensación de amor incomparable.
Cambiarles los pañales, podría hacerlo otra persona, pero me gusta hacerlo yo, y ver si se les ha enrojecido esa zona, si todo está normal, etc.
La hora del baño, también podría ayudarme alguien, pero me gusta ser yo quien lo haga.
Y así con un largo etcétera, porque quiero ser yo quien haga las cosas relacionadas con mis pequeños. Me encanta, disfruto haciéndolo yo.

Y ahí es donde mucha gente debe pensar que tengo un marido machista, que no me ayuda, que me tiene esclavizada.

Pero también mucha gente puede ver que soy yo la egoísta, la que quiero a mis hijos para mi solita.

Además de los niños, hay otras muchas cosas que hacer en una casa, y como familia en general.
Y yo prefiero que me ayuden a preparar la comida, a limpiar, hacer las compras, y otro tipo de cosas.
Y prefiero también dejar a mis hijos comidos, aseados y tranquilos para que jueguen con su padre, o para descansar, o para lo que sea, mientras yo me doy una merecida ducha, o me tomo tranquila un café, o me como un helado que bien me he ganado.

Aprendí que lo más bonito para mí es hacer las cosas de mis hijos, y si necesito ayuda que me la presten en otras cosas.
Aprendí que me quedo más tranquila habiendo hecho yo las cosas.
Aprendí que disfruto de un merecido descanso o capricho después de un hermoso trabajo de ser madre.

lunes, 17 de julio de 2017

La imagen que me define


He de reconocer que me encantan las imágenes que reflejan de manera sencilla y graciosa las cosas que vivimos las madres, y también los padres, en nuestro día a día. 
Esta vez en francés, es Héloïse Weiner - It's a mum's life quien me saca una sonrisa con sus viñetas como ésta. 
(La traducción es adaptada a mi, no literal)
Lo que imagino que la gente piensa cuando voy con mis tres hijos:
- Qué super mamá.
- Qué niños tan bonitos.
- Ella se ve realmente feliz.
- Su mochila de porteo es magnífica. 

Lo que ellos piensan realmente:
- Pobrecilla
- Debería decirle que su falda está enganchada en la mochila.
- Ella parece cansada.
- Me pregunto cuál de los tres no ha sido buscado. 
- Pobre niño, lleva los calcetines desemparejados

domingo, 16 de julio de 2017

¿Sacrificio o felicidad?

Para muchas mamás, y para mucha gente en general, el hecho de tener hijos supone un sacrificio en el día a día, renunciar a cosas que hacías hasta entonces, cambiar de hábitos, y un trabajo y sobreesfuerzo añadido.

Y, claro está, no vamos a negar que ser padres supone un gran cambio y mucho esfuerzo.

Pero esto, como todo, afecta diferente según lo que esto signifique para cada persona.

Para mi, no hay cosa más feliz que ver crecer mi familia, que tener hijos.
Y queda claro cuando he tenido a mi princesa M en 2013, a mi príncipe A en 2014, y a mi principito J en 2017.

En estos cuatro años no he pasado ni un sólo día sin ellos.
No he ido al cine desde que nació mi princesa.
No he tenido una cena romántica de pareja.
No he viajado con la libertad que lo hacía antes.
He cambiado mis horarios, mis gustos y aficiones han quedado a un lado, no busco nada para mi sin antes hacerlo para ellos, y así un largo etcétera.
Pero soy una mamá feliz y disfruto cada día de los momentos que mis hijos me regalan.
Y no lo cambio por nada.

Aprendí que ser una supermamá conlleva un gran esfuerzo pero recompensa con la mayor felicidad.

sábado, 15 de julio de 2017

¿Trabajo?

El concepto de madre trabajadora está sobrevalorado.
A pesar de que muchas madres trabajan también fuera de casa, las que no trabajamos fuera también tenemos un gran trabajo.
Ser madre, en sí mismo, es un gran trabajo.

Con imágenes como esta refleja nuestra realidad como madres Amo ser Mamá y mi vida caóticamente hermosa.

Ésta página me gusta hace tiempo, además de por el nombre, por la cantidad de imágenes que definen nuestro día a día como mamás (y papás).

Blogs que sigo: Más allá del rosa o azul

Conocí a Jaione por casualidad en Facebook y me encanta su página "Una mamá práctica ", vinculada a su blog "Más allá del rosa o azul".

Mamá bloquera, encantadora donde las haya, que cada día encuentra un hueco en su apretada agenda para saludar a sus seguidores/as. No conforme con eso, se preocupa por responder a las preguntas de la gente relacionadas con sus publicaciones, e incluso sobre ¡dónde ha comprado su ropa!
Más atenta y amable no puede ser, pero aún así el mundo de las redes sociales es complicado y, a veces le asaltan las dudas sobre esto que hace; y no me extraña porque esto le quita mucho tiempo que podría dedicar a otras cosas.

Pero por textos como este que ha dado la vuelta al mundo, por su naturalidad, por su preciosa expresión de sentimientos, merece la pena puesto que se hace querer por mucha gente.

Gracias por tus consejos, por los sentimientos que expresas y que muchas nos vemos identificadas, y por la sonrisa que nos sacas con el café de cada mañana.

viernes, 14 de julio de 2017

Sueña, imagina, cree...

Preciosas palabras de una amiga y super mamá hace unos años:

-------------------------------------------------------------------

Sabes?

Te sueño y te  imagino desde hace años, miles de pausas, miles de instantes  y por diferentes causas.... desde las más tierna niñez te  he evocado, te  he  mantenido vivo en mi mente, te  he recordado aún sin existir.

Y qué locura verdad? el imaginar y el soñar, incluso hablar y sentir  aquello que todavía no existe....desde esos instantes infantiles, locos de imaginación furtiva aprendí a amarte, amarte tanto.....anhelarte y desearte.


Conocí a tu papá un 15 de Septiembre, dos meses  y medio más tarde nos casamos... la gente estaba tan estupefacta ante esa noticia, que algunas compañeros del trabajo me preguntaron:

- estás loca!! ¿por qué te casas tan pronto? a lo que les respondí, quiero crear una familia, quiero mi bebé, mis ansias por tenerte eran taaaaan grandes, tan grandes que no importaba  dejar la vida misma por tí, por  olerte, por acariciarte, por sentir tu dulce piel ... en esta caso el amor , era tan  grande y maravilloso que nada podía pararme para encontrarte.

Dejé todo, dejé a la abuela y a jtitu , dejé el país que me vió crecer, dejé el trabajo que tanto amé, dejé las calles que me acompañaban día a día en mis largos paseos, hice la maleta y volé, toooodo por una sola idea.... la idea de hacer efectivo  de carne y hueso el amor.

Era y es tan maravilloso imaginarte, tan bella la idea de poseerte por unos instantes en la ilusión, tan magnífico y divino que no puedo aguantar más las ganas de tenerte delante, real, auténtico y existente.

Hay días que me hubiera gustado gritar al mundo" oiga mundo, oiga gente amo a alguien que todavía no existe " estoy segura que más de una mujer en la profundidad de su sentimiento y pensamiento me hubiera entendido y se hubiera encendido la chispa del discernimiento femenino.

He imaginado miles de conversaciones contigo, como enseñarte, como educarte, como quererte.... he temido, he llorado y me ha aterrorizado  la idea de no estar a la altura.

Tooodo eran sueños e ilusiones, que se limitaban a eso a las sueños y las ilusiones... Pero... ¡no te creas que te he dejado de soñar! te sigo soñando... seguiré soñandote... Sigo siendo fiel a tu espera...

(tu mamá que te quiere aún antes de que existas, Sakina).

-------------------------------------------------------------------

¡Estoy embarazada!

Llega el día de la esperada no-regla, ésta no llega, te ilusionas, corres a la farmacia, compras el test, lo haces, esperas unos segundos interminables y... ¡positivo!
¡Estoy embarazada! ¡Qué bien! ¡Voy a ser mamá! ¡Lo he conseguido!

Y corres a contarlo, si no a todo el mundo, al menos a los más cercanos, o simplemente a la pareja.

Ilusión, miedos, esperanza, alegría... un sinfín de sensaciones y emociones.

Y pronto empiezan los síntomas del embarazo.
Porque aunque sólo hace dos semanas que estás embarazada, que se produjo la concepción, la fecha de embarazo se calculará desde el primer día de tu última regla, y así ya estás embarazada de 4 semanas.
4 semanas de 40 que suele durar de media un embarazo, 4 semanas que han pasado volando.

"Estoy bien, estoy bien. O no tanto, porque noto que me molestan algunos olores más de lo normal, tengo un sueño que no puedo levantarme de la cama, estoy cansada como si hubiera trabajado sin descanso, empiezan algunas náuseas..."
Y sí, es el comienzo de nueve maravillosos meses, pero con sus inconvenientes y su lado malo.

"Los primeros meses son los peores" dice la gente.
Puede ser, náuseas matutinas, vómitos, te molestan los olores, estás cansada, te duelen los ovarios, etc.

Pero luego vienen los tres últimos meses del embarazo y te dicen "estos son los peores".
Y también puede ser, estás muy pesada, no puedes hacer muchas cosas porque te molesta la barriga, te molesta la ropa, se te hinchan los pies, te salen varices...

Visto así, los mejores meses del embarazo deberían ser del cuarto al sexto.

Pero, como cada embarazo es un mundo, y cada mujer es diferente, a cada una le afecta el embarazo de una manera diferente.

En mi primer embarazo, no tuve náuseas ni vómitos, y pude trabajar hasta los 7 meses más o menos.
Alguna mañana me levanté con algunas náuseas y vomitaba saliva únicamente, pero mi matrona me recomendó comerme una o dos galletas estando todavía tumbada en la cama, y así se me pasaban y me levantaba bien.
Eso sí, dormir dormía de forma exagerada, estaba demasiado cansada.
Luego todo fue pasando, y se puede decir que estuve bien hasta el día del parto.
Lo único que tuve al final eran los pies hinchados, en pleno verano y con el calor de Alicante era casi inevitable. Y por supuesto la incomodidad de tanta barriga y peso.
Además, durmiendo me daban tirones en las piernas, como calambres que me impedían moverme. Y de nuevo fue una matrona la que me dijo que, haciendo movimientos circulares con el pie, el tirón muscular se pasaba.
Como fue niña, asociamos a la teoría "las niñas dan un buen embarazo".

En mi segundo embarazo, los vómitos de la mañana fueron los que me anunciaron que estaba embarazada. Cuando me levanté con ese malestar, vomité bilis y noté esa sensación dije "estoy embarazada".
Y así pasé nueve horribles meses. Con náuseas, vómitos, cansancio, no soportaba el pescado, ni olor ni sabor, tuve infección de orina y que me llegó al riñón, me dolían las muelas, se me partían incluso...
Y no, no se pasaron las molestias después del primer trimestre, se quedaron hasta el mismo día del parto. Eso, sumado a los síntomas y molestias del final del embarazo, que también las tuve.
Al menos, ya sabía que las náuseas de la mañana se pasaban comiendo algo en la cama, y que los tirones musculares se pasaban con los movimientos circulares del pie y durmiendo con una almohada pequeña entre las piernas.
Fue niño, y confirmamos nuestra teoría: "embarazo bueno es niña, embarazo  malo es niño"

El tercer embarazo ha roto las reglas, nada de vómitos ni náuseas, el olfato sensible pero sin que llegase a molestarme ningún olor en particular, el cansancio presente en todos los embarazos; pero, por lo demás, un embarazo muy bueno. Igual o incluso mejor que el primero.
Hasta que llegó el tercer trimestre y vinieron las molestias del peso y  la barriga, sumadas a una dilatación de riñón con un dolor que me hacía pasar las noches retorciéndome y casi llorando. Además, los vómitos llegaron las últimas semanas, cada mañana al levantarme.
Aquí es cuando me dí cuenta de que, probablemente, también tuve dilatación de riñón en el embarazo anterior junto con la infección de orina, puesto que el dolor era el mismo.
Esta vez, infección de orina no tuve, pero el dolor era tan fuerte y yo lo asociaba tanto con la infección en el embarazo anterior, que pudieron ver mediante ecografía que era una dilatación del riñón. Y esta pasó cuando la barriga se bajó acercándose la fecha de parto, porque así ya no me presionaba el riñón.
Fue niño, y se rompió la teoría porque aquí era "embarazo bueno y niño".

Aprendí que cada embarazo es un mundo y que ninguno es igual que otro.

jueves, 13 de julio de 2017

Páginas que sigo: 39 semanas

Buscando información sobre el embarazo encontré hace unos 4 años la página de Esther Gili, y he de confesar que, además de encantarme sus dibujos, me he visto identificada en muchas de sus anécdotas.

Esa manera tan natural de contar sus vivencias, sus expresiones "sin pelos en la lengua", y ese arte y gracia que tiene para escribir y diseñar hacen la lectura agradable hasta el punto de engancharte y querer saber más y más.

http://www.39semanas.com/ 
https://www.facebook.com/39semanas 

Gracias por las risas que me has sacado y por definirlo todo tan bien con tus viñetas Esther.
Te he leído en cada uno de mis embarazos y fuera de ellos, y te recomendaré siempre a todas las futuras mamás.

¿Estaré embarazada?

Cuando estás intentando quedarte embarazada, los 14 días (día arriba, día abajo) que hay entre la ovulación y posible fecundación, hasta la llegada o no llegada del periodo, parece que sea una eternidad.

Son tantas las ganas de quedarte embarazada, que empiezas a pensar si lo habrás conseguido, si estarás embarazada. Y entonces se hace eterna la espera del día en que deberíamos recibir al periodo, con la ilusión de que éste no llegue y así nos animemos a hacernos una prueba de embarazo.

Aproximadamente una semana después de la concepción, el óvulo fecundado se implanta en el útero y puede producir un leve sangrado, el sangrado de implantación.
Éste no siempre llega, pero tanto si lo hace como si no, nos vuelve a hacer dudar.
Si no hay sangrado de implantación, pensamos que no estamos embarazadas y ya deseamos que llegue la menstruación y demuestre que no hay embarazo. Aunque todavía queda una pequeña ilusión de que no sea así.
Y si hay sangrado de implantación, también dudamos de si será este o que nos estamos preparando para la menstruación, y no estaremos embarazadas.

Hasta el día de la falta, el día en que debería llegar nuestra menstruación y no llega, no se puede saber si hay o no embarazo.
En realidad, se aconseja esperar un par de días para hacer la prueba de embarazo por si todavía no se ha implantado el óvulo y no hemos empezado a producir la hormona que detecta el test de embarazo a través de la orina.
Unos días antes de la falta se podría saber si hay embarazo mediante una prueba de sangre que muestre si la hormona ya se está produciendo en nuestro cuerpo.

Pero, en algunos casos, podemos tener ciertos síntomas de embarazo antes de la falta de la regla.
Éstos no siempre se producen, y además son muy similares a los de la menstruación, con lo cual, tampoco aclaran demasiado: alteración del estado de ánimo, vientre hinchado, dolor de ovarios, dolor de cabeza, cansancio, dolor en los pechos, etc.

En mi caso, los primeros síntomas de embarazo incluso antes de la primera falta han sido dolor de pechos, o más bien pinchazos, dolor de ovarios, cansancio, muuuucho sueño... Y en este último embarazo tenía el vientre hinchado y muchos gases, tanto que me molestaba la ropa antes de saber que estaba embarazada.

A pesar de ciertas señales y síntomas, lo único que cabe es esperar a que no llegue la menstruación, hacerse una prueba de embarazo y que sea positiva.

Aprendí que ningún síntoma es claro hasta que una prueba confirma el embarazo.

La llamada del reloj biológico

Un buen día te levantas y dices: "es el momento de ser mamá". ¿Por qué no? ¿Qué tengo que esperar?

Y entonces te vienen mil dudas a la cabeza.
¿Me quedaré embarazada a la primera? ¿Habrá algún truco para que pronto tenga al bebé en mis brazos? ¿Tendré algún problema para tener hijos? ¿Y si no consigo quedarme embarazada?

Y ahí tenemos al gran sabio google, y empezamos a buscar.

Sabemos que hay unos días fértiles y que es en ellos cuando se produce el embarazo, así que empezamos a calcularlo todo.

Así es, si contamos que el ciclo menstrual son 28 días, la ovulación se produce a los 14, con lo cual los días más fértiles serán entre el 13 y 16 del ciclo, por así decirlo.
Contamos cuándo fue el primer día de nuestra última regla, calculamos el día fértil, e intentamos que en ese día surja el embarazo.
Pero, aún así, las dudas siguen: ¿y si no ovulo bien? ¿y si mis óvulos son débiles? ¿habrá algo que aumente la fertilidad?

Cintia nos contaba en esta entrada de su blog cómo consiguió quedarse embarazada con ovarios poliquísticos y después de muchos intentos fallidos y abortos.

Otra amiga tenía problemas para quedarse embarazada, y después de varios intentos empezó a tomar polen de abejas por consejo de algún especialista, y poco después se quedó embarazada.

Yo, gracias a Dios, no he tenido problemas para tener hijos.
Pero es cierto que llevar una vida sana en cuanto a alimentación y estilo de vida ayuda en la fertilidad, demostrado por estudios.

Aquí, no debemos olvidar a la otra parte, el papá, que también tiene que cuidar su alimentación y estilo de vida. Las cosas sanas, naturales, son siempre un buen complemento para la fertilidad, tanto para él como para ella.

Y ante cualquier duda, lo mejor es consultar con un especialista, matrona o ginecólogo, que pueda aconsejarnos para nuestro caso particular.
En internet encontramos mucha información, pero no toda es fiable siempre, y puede que buscando encontremos algo que sea contraproducente a lo que queremos. Por eso, antes de seguir el consejo de cualquier página, al menos, contrastar la información en diferentes fuentes.

Y después de todo esto, que sea Dios, el karma, el destino, la suerte, o lo que cada uno crea, quien decida cuándo es nuestro momento. Sólo cabe intentarlo y esperar.

Aprendí que los hijos vienen cuando toca.

Blogs que sigo: Mi querida Cintia

Desde antes de ser mamá sigo un blog que me encanta y del que he aprendido muy buenos consejos y cosas que jamás hubiera imaginado, en cuanto a bebés, embarazos, crianza, y la vida del día a día.
He seguido tanto a Cintia en su blog, por Facebook, en sus otros blog, y en su canal de Youtube, que la considero una amiga y le tengo un gran aprecio aún sin concerla demasiado ni haberla visto nunca.

Mil gracias por todo lo que escribes, estoy convencida de que tu experiencia y consejos han servido a muchas mamás, entre las que me incluyo, por supuesto. Ánimo con el bebé que pronto llegará, tu quinto pequeño!.

¿Necesito...?

Antes de tener hijos, la mayoría de la gente espera haber conseguido ciertas cosas:
- Necesito tener ciertos ahorros.
- Necesito tener un buen trabajo, fijo y con un buen sueldo.
- Necesito una casa de tal manera.
- Necesito miles de cosas para recibir al bebé (mobiliario, coche, cosas de puericultura, etc.)

Y sería de irresponsables que personas sin una cierta estabilidad, cierto apoyo, etc se pusieran a tener hijos sin tener nada que ofrecerles.

Pero la vida me ha enseñado tres cosas muy importantes:
1- que lo que tienes no es para siempre y en cualquier momento se puede perder.
2- que nunca sabemos si mañana estaremos mejor de lo que estamos hoy, o incluso peor.
3- que necesitar, necesitamos muy poco; más bien es que queremos tener, pero perfectamente podemos pasar sin.

Esperando a tenerlo todo, el tiempo pasa y puede que después sea demasiado tarde, e incluso que nunca llegue eso que tanto hemos esperado.

Los bebés necesitan, sobre todo, un hogar lleno de amor; lo demás es secundario.
¿Qué más da si no tiene veinte trajes? ¿Por qué necesitaría mil accesorios último modelo en vez de lo básico y económico?

Gracias a Dios, a nuestros hijos no les ha faltado de nada, puesto que han tenido todo el cariño de sus padres, son cada día nuestra prioridad, y les vemos crecer felices cada día.  
Siempre han tenido alimento, ropa y juguetes. Y siempre han tenido y tendrán unos padres que lo dan todo por ellos, aunque tuviéramos que dar la vuelta al mundo buscando una vida mejor.

Mi deseo

El deseo de ser mamá está en mí desde que me alcanza la memoria.

Como cualquier niña, jugué mucho a "papás y mamás" y tuve muchos "hijos (muñecos y muñecas)" a los que cuidar en la infancia.

Además, siempre desee tener un hermanito pequeño.
Aunque tuve una hermana siete años menor que yo, las circunstancias no me dejaron disfrutar de ella como me hubiera gustado, por eso siempre mantuve la ilusión de otro hermanito.
Supongo que, con 7 años, no era lo bastante mayor como para poder jugar con mi hermana, ni tampoco lo suficientemente pequeña como para compartir juegos y aficiones con ella. De hecho, aunque nos queremos, hemos crecido muy distanciadas, sin nada en común, y sin haber compartido mucho.

Así que, desde mi adolescencia, siempre he tenido ese deseo y ese pensamiento de "¿cuándo llegará el día de ser mamá?

Y es por eso que, después de casarme, mi único objetivo era tener una gran familia rodeada de niños/as.
Y a día de hoy, puedo decir que mi objetivo se cumple por completo y no hay satisfacción más grande para mi: ver cada día tres pequeñas personitas que son mi alegría, mi sufrimiento, mi mejor compañía, y el amor más grande que se puede tener.

martes, 4 de julio de 2017

Sobre mí

¡Hola!

Me llamo Raquel, aunque también me gusta que me llamen Laila.
Y tengo tres corazoncitos que llenan mis días.

Podría contar la cantidad de cosas que les enseño a mis hijos, pero lo realmente sorprendente es la cantidad de cosas que aprendo de ellos.

Soy, entre otras cosas, educadora infantil.
Pero no tenía ni idea de niñ@s hasta que nació mi princesa, seguida de mis dos príncipes.
Y me he dado cuenta que, por mucho que sepas, estos seres tan pequeñitos nunca dejan de sorprenderte, de darte lecciones, de hacerte aprender, y de ayudarte a crecer como madre y como persona.

Por eso, en este blog, contaré "lo que aprendí de ser mamá", o mejor dicho, lo que aprendo cada día de mis tres amores.

Pd: dedicado a una buena amiga que me animó a escribir