viernes, 4 de agosto de 2017

El sueño del bebé

En el embarazo de princesa hice el curso de preparación al parto que me propuso mi matrona, y quedé muy muy orgullosa de ello.

En ese curso no sólo se hablaba del parto, sino de miles de temas relacionados con la crianza y con esta nueva vida de mamás que comenzaba.

Recuerdo que hablaban del "colecho" y a mí me sonaba a chino, no tenía ni idea de lo que podía ser.

Así que me informé y me pareció una auténtica locura:
¿Cómo iba a dormir el bebé con sus padres?
En pleno siglo XXI y con la cantidad de cunas que hay para elegir, ¿cómo meter al bebé en la cama?
Se acostumbrará a dormir con los padres.
Lo pueden chafar, qué irresponsables.
Y mil y una frases más.

Para mí, lo mejor, sin duda, era que el bebé tuviese su cuna. Al lado de mi cama, por supuesto, pero dormiría en su cuna.
Y, de hecho, princesa durmió en su cuna la mayor parte del tiempo durante su primer año.

Pero el tiempo que princesa dormía en mis brazos tras darle el pecho era tan bonito que no quería dejarla.
Muchas veces la tumbaba conmigo en la cama para poder descansar algo y acabábamos dormidas las dos.

Y ya, el empujón final vino cuando las circunstancias así lo quisieron.

Nació mi príncipe un mes de diciembre cuando mi princesa sólo tenía 15 meses. Fuese el frío, que estábamos en otra casa, o los miles de cambios que se avecinaban, príncipe no quería dormir en la cuna. Así que a los pocos días de vida empezó a dormir en la cama conmigo y con papá. Pero princesa, por el motivo que fuese, tampoco quería estar en su cuna, así que entró a la cama con nosotros.
Y ese fue el comienzo de nuestro colecho, ese que yo nunca pensé hacer.

A día de hoy puedo decir que no hay cosa más cómoda que tener al bebé al lado.
Y por eso hemos terminado juntando dos camas para dormir juntos princesa, príncipe y principito, con papá y mamá, pero dándonos un poco de espacio para que cada uno duerma como quiera.

Mientras princesa dormía en su cuna, cada hora y media se despertaba por las noches y tenía que levantarme, ir al sofá para no quedarme dormida, darle el pecho, volverla a acostar... Y así pasaba las interminables noches, sin descansar. Por lo que por el día necesitaba dormir cada vez que ella cerraba los ojos.

Príncipe también se despertaba bastante, pero al estar conmigo en la cama me quedaba durmiendo mientras él tomaba pecho, y no tenía que levantarme cada vez que él se despertaba.  Con lo cual, descansaba mejor.

Principito es más dormilón de noche, aguanta más tiempo del tirón. Así que ahora se puede decir que duermo varias horas de noche y descanso relativamente muy bien porque cuando él se despierta le doy el pecho en la cama y seguimos durmiendo otras cuantas horas tranquilamente sin tener que moverme de la cama.

Aprendí que nada es una locura por muy avanzados que estén los tiempos.
Aprendí que a veces la necesidad es la que más nos enseña.
Aprendí que se puede ser feliz con menos.
Aprendí que lo importante es nuestra comodidad, felicidad y descanso.

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