viernes, 14 de julio de 2017

¡Estoy embarazada!

Llega el día de la esperada no-regla, ésta no llega, te ilusionas, corres a la farmacia, compras el test, lo haces, esperas unos segundos interminables y... ¡positivo!
¡Estoy embarazada! ¡Qué bien! ¡Voy a ser mamá! ¡Lo he conseguido!

Y corres a contarlo, si no a todo el mundo, al menos a los más cercanos, o simplemente a la pareja.

Ilusión, miedos, esperanza, alegría... un sinfín de sensaciones y emociones.

Y pronto empiezan los síntomas del embarazo.
Porque aunque sólo hace dos semanas que estás embarazada, que se produjo la concepción, la fecha de embarazo se calculará desde el primer día de tu última regla, y así ya estás embarazada de 4 semanas.
4 semanas de 40 que suele durar de media un embarazo, 4 semanas que han pasado volando.

"Estoy bien, estoy bien. O no tanto, porque noto que me molestan algunos olores más de lo normal, tengo un sueño que no puedo levantarme de la cama, estoy cansada como si hubiera trabajado sin descanso, empiezan algunas náuseas..."
Y sí, es el comienzo de nueve maravillosos meses, pero con sus inconvenientes y su lado malo.

"Los primeros meses son los peores" dice la gente.
Puede ser, náuseas matutinas, vómitos, te molestan los olores, estás cansada, te duelen los ovarios, etc.

Pero luego vienen los tres últimos meses del embarazo y te dicen "estos son los peores".
Y también puede ser, estás muy pesada, no puedes hacer muchas cosas porque te molesta la barriga, te molesta la ropa, se te hinchan los pies, te salen varices...

Visto así, los mejores meses del embarazo deberían ser del cuarto al sexto.

Pero, como cada embarazo es un mundo, y cada mujer es diferente, a cada una le afecta el embarazo de una manera diferente.

En mi primer embarazo, no tuve náuseas ni vómitos, y pude trabajar hasta los 7 meses más o menos.
Alguna mañana me levanté con algunas náuseas y vomitaba saliva únicamente, pero mi matrona me recomendó comerme una o dos galletas estando todavía tumbada en la cama, y así se me pasaban y me levantaba bien.
Eso sí, dormir dormía de forma exagerada, estaba demasiado cansada.
Luego todo fue pasando, y se puede decir que estuve bien hasta el día del parto.
Lo único que tuve al final eran los pies hinchados, en pleno verano y con el calor de Alicante era casi inevitable. Y por supuesto la incomodidad de tanta barriga y peso.
Además, durmiendo me daban tirones en las piernas, como calambres que me impedían moverme. Y de nuevo fue una matrona la que me dijo que, haciendo movimientos circulares con el pie, el tirón muscular se pasaba.
Como fue niña, asociamos a la teoría "las niñas dan un buen embarazo".

En mi segundo embarazo, los vómitos de la mañana fueron los que me anunciaron que estaba embarazada. Cuando me levanté con ese malestar, vomité bilis y noté esa sensación dije "estoy embarazada".
Y así pasé nueve horribles meses. Con náuseas, vómitos, cansancio, no soportaba el pescado, ni olor ni sabor, tuve infección de orina y que me llegó al riñón, me dolían las muelas, se me partían incluso...
Y no, no se pasaron las molestias después del primer trimestre, se quedaron hasta el mismo día del parto. Eso, sumado a los síntomas y molestias del final del embarazo, que también las tuve.
Al menos, ya sabía que las náuseas de la mañana se pasaban comiendo algo en la cama, y que los tirones musculares se pasaban con los movimientos circulares del pie y durmiendo con una almohada pequeña entre las piernas.
Fue niño, y confirmamos nuestra teoría: "embarazo bueno es niña, embarazo  malo es niño"

El tercer embarazo ha roto las reglas, nada de vómitos ni náuseas, el olfato sensible pero sin que llegase a molestarme ningún olor en particular, el cansancio presente en todos los embarazos; pero, por lo demás, un embarazo muy bueno. Igual o incluso mejor que el primero.
Hasta que llegó el tercer trimestre y vinieron las molestias del peso y  la barriga, sumadas a una dilatación de riñón con un dolor que me hacía pasar las noches retorciéndome y casi llorando. Además, los vómitos llegaron las últimas semanas, cada mañana al levantarme.
Aquí es cuando me dí cuenta de que, probablemente, también tuve dilatación de riñón en el embarazo anterior junto con la infección de orina, puesto que el dolor era el mismo.
Esta vez, infección de orina no tuve, pero el dolor era tan fuerte y yo lo asociaba tanto con la infección en el embarazo anterior, que pudieron ver mediante ecografía que era una dilatación del riñón. Y esta pasó cuando la barriga se bajó acercándose la fecha de parto, porque así ya no me presionaba el riñón.
Fue niño, y se rompió la teoría porque aquí era "embarazo bueno y niño".

Aprendí que cada embarazo es un mundo y que ninguno es igual que otro.

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