lunes, 22 de enero de 2018

Compartir necesidades diferentes

Cuando se tienen niños de diferentes edades, pero todos pequeños que necesitan demasiada atención, hay que compartir las necesidades.

No es lo mismo lo que duermen con 3 meses que con 9, ni con un año, y mucho menos cuando van creciendo.
Y lo mismo pasa con la alimentación, que una vez que empiezan a comer sólidos las necesidades van cambiando.

Así, cuando Princesa tenía 8 ó 9 meses, a penas dormía una siesta a media mañana. Y yo, embarazada de Príncipe, estaba tan cansada que lo único que quería era dormir.
A veces, la tumbaba en la cama conmigo intentando que durmiese, y la que daba alguna cabezada era yo. Otras veces, con más suerte, nos dormíamos las dos y podía descansar algo.

Con la llegada del hermanito, las necesidades de ambos eran completamente diferentes.
Princesa ya tenía 15 meses, andaba hacía poco y ya no paraba quieta. El bebé, en cambio, brazos y más brazos.
Con la lactancia, Princesa todavía seguía tomando pecho, y Príncipe me necesitaba día y noche.
La solución: compartir a mamá.
Muchas veces metía al bebé en la mochila de porteo para atender, mientras tanto, a la hermanita mayor.
Otras veces, me sentaba a jugar con ella mientras tenía al pequeño en brazos.
Cuando querían dormir la siesta, intentaba cogerlos a los dos estando en el sillón, y abrazar a cada uno con un brazo para que estuviesen con su mami.
Lo mismo con el pecho, más de una vez tuve que darles a los dos al mismo tiempo. Normalmente Princesa esperaba, pero a veces estaba muy cansada, o simplemente me necesitaba al mismo tiempo, y por no verla llorar les daba a cada uno un pecho. ¡Por suerte tenemos dos!

Y así fueron creciendo, sin celos y compartiendo a mamá.

Ahora, los dos son bastante autónomos para comer, cambiarse de ropa (o al menos intentar ayudar), y se entretienen mucho jugando entre ellos. Con lo cual, ya no me necesitan tanto.
Pero, aún así, los niños siempre necesitan, al  menos, la compañía y atención de su madre (o padre).

Llegó Principito, con otras necesidades completamente diferentes a las de sus hermanos. Y no quedó más remedio que volver a adaptarse.
Puedo preparar el desayuno y algunas comidas para los mayores mientras tengo al bebé en brazos. No quiere decir que sea fácil, ni que me guste, ni que no acabe agobiada más de una vez. Simplemente, se hace.
Puedo sentarme a comer con los dos mayores, en el mismo momento que intento comer yo (porque comer todos juntos es nuestra rutina desde el primer momento), y mientras tanto darle el pecho al bebé, o tenerlo conmigo e intentar entretenerlo, o lo que sea. Sí, mi comida nunca quema, termino la última siempre, algunas veces ya no sé si le estaba ayudando a Princesa o a Príncipe, y el bebé se acaba manchando la ropa con la comida de los mayores. Pero, simplemente, se hace.
Para dormir, nos hemos ido marcando una rutina desde el primer día.
Los mayores no duermen siesta desde hace mucho tiempo, antes que naciese el bebé. Intento que le dejen dormir, que no lo molesten con el ruido. A veces sale, otras no. Pero, por lo general, el bebé puede dormir varias siestas al día. Por la noche, nuestra hora de dormir está sobre las 20:30h. Todos duermen a la vez. Mientras le doy el pecho al bebé para que duerma, tumbada en la cama, les cuento algo a los mayores, o les canto, o simplemente les acompaño hasta que se quedan dormidos. Cuando, por algún momento, no me sale como tengo previsto, el estrés y los nervios se dejan ver. Pero aún así, con paciencia, al final acaba saliendo bien.

Aprendí que todo es cuestión de organizarse.
Aprendí que se puede compartir a mamá.
Aprendí que las necesidades diferentes no son incompatibles.
Aprendí que con paciencia todo se puede.
Aprendí que la vida con hijos no es fácil, pero es muy gratificante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario